Hace tres años, el Gobierno de Perú realizó una evaluación de impacto del programa nacional de alimentación escolar Qali Warma. Este artículo presenta un ejemplo de una buena práctica de desarrollo de la capacidad de evaluación de un país mediante el asesoramiento técnico a una evaluación dirigida por el propio país.
Qali Warma —que significa “niño vigoroso” en quechua— es el principal programa de protección social en Perú: proporciona alimentos nutritivos a más de 4 millones de niños cada año.
Basándose en la necesidad de disponer de mejores evidencias, la Dirección General de Seguimiento y Evaluación del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social de Perú (MIDIS) ha dirigido una evaluación de impacto del programa Quali Warma, a fin de determinar en qué medida ha mejorado los procesos cognitivos, el estado nutricional, el aporte calórico y la asistencia escolar de los alumnos de enseñanza primaria.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) encargó la evaluación a la Universidad del Pacífico en 2018/2019. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) proporcionó asesoramiento técnico y actuó como agente catalizador, aportando conocimientos y facilitando el trabajo conjunto entre un grupo de expertos internacionales y el Gobierno peruano. Esto incluyó la colaboración en tres niveles diferentes del PMA: la oficina en el país (Perú), la Oficina Regional para América Latina y el Caribe (en Panamá) y la Oficina de Evaluación.
Fortalecimiento de la capacidad y nuevas evidencias para la alimentación escolar en América Latina
Según la información proporcionada por la Dirección General de Seguimiento y Evaluación del MIDIS, la evaluación ha contribuido a obtener nuevas evidencias que han ampliado los conocimientos sobre los programas de alimentación escolar en contextos latinoamericanos. Los resultados del estudio se están utilizando también para rediseñar el programa Qali Warma.
Enrique Velásquez, Director General de Seguimiento y Evaluación del MIDIS, sostiene que las evaluaciones realizadas en Perú —y dirigidas por el propio país— son relevantes para el diseño y la implementación de políticas públicas: “Las evaluaciones de los programas y proyectos liderados por el Gobierno de Perú —alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)— han servido para subsanar la falta de conocimientos y generar evidencias sobre las mejores intervenciones —efectivas y ampliables— y sus efectos. Además, contribuyen a incrementar la eficiencia, mejorar el uso de los recursos disponibles, aumentar la asignación de fondos y fortalecer los esfuerzos del Gobierno para alcanzar las metas de desarrollo del país en el marco de los ODS”.
Según el Sr. Velásquez, el proceso ha fortalecido la capacidad de su equipo para gestionar las evaluaciones gracias al trabajo conjunto con expertos internacionales, que aportaron su experiencia y conocimientos de otras evaluaciones y contextos. “La evaluación de impacto debe garantizar la imparcialidad y la objetividad. El apoyo y la asistencia técnica en materia de nutrición de organismos internacionales como el PMA, ha sido fundamental para lograr que la evaluación de impacto del programa nacional de alimentación escolar en Perú sea de gran calidad”.
El éxito de la evaluación ha fortalecido la alianza entre el PMA y el MIDIS, que podría reproducirse en otros contextos y con otros organismos internacionales, siempre y cuando se tengan en cuenta las siguientes enseñanzas.
1. Liderazgo gubernamental: la regla de oro
En primer lugar, la evaluación ha de estar dirigida —a todos los efectos— por el país en que se lleva a cabo: debe formar parte de la política gubernamental y el propio Gobierno debe ser su principal impulsor y usuario. Si un Gobierno controla plenamente el proceso, la influencia de las evidencias de la evaluación en la formulación de políticas es mayor.
2. La planificación temporal es fundamental
El caso de Qali Warma ha demostrado que la planificación temporal es crucial para implicar a las partes interesadas en una evaluación dirigida por un país. Los organismos que proporcionan asesoramiento técnico deben participar desde el comienzo del proceso, cuando la evaluación está en su fase de planificación y se está definiendo aún su alcance, enfoque y metodología.
Esto es más relevante si cabe en el caso de una evaluación de impacto, que requiere que la planificación se lleve a cabo —idealmente— en el momento en que se diseña la intervención, a fin de permitir un diseño experimental o cuasi-experimental.
3. Las partes interesadas debe tener claro su papel
Para que una evaluación sea eficaz, todas las partes interesadas deben comprender plenamente el papel que desempeñarán en el proceso.
La experiencia del PMA en Perú ha demostrado la importancia de especificar con claridad las funciones y responsabilidades de las principales partes interesadas en el mandato de la evaluación. Esto puede ayudar a garantizar la continuidad a lo largo de todo el proceso, incluso si los representantes del Gobierno cambian con el paso del tiempo.
4. Todas las partes interesadas deben colaborar
Para que la evaluación sea de buena calidad, el presupuesto debe ser adecuado. Si no se dispone de suficientes recursos, es probable que la iniciativa fracase.
A la hora de considerar los recursos necesarios para realizar una evaluación, se puede recurrir a una metáfora culinaria. Todas las partes interesadas deben aportar algún ingrediente —aptitudes, contexto local y conocimientos, o recursos financieros— al proceso de elaboración del producto final.
Idealmente, el Gobierno debería contribuir al presupuesto de la evaluación para garantizar así que tendrá el control necesario.
5. Poner el foco en la experiencia y los conocimientos locales
Cuando se proporciona asesoramiento a una evaluación dirigida por un país, los organismos deben contar con conocimientos técnicos pertinentes a nivel de la oficina en ese país. Este requisito debe extenderse a la Oficina Regional y a la sede central. Al mismo tiempo, el Gobierno debe tener la capacidad suficiente para encargar la evaluación e implementar las recomendaciones.