¿Nos sustituirá algún día la inteligencia artificial?

¿Nos sustituirá algún día la inteligencia artificial?

6 min.

El progreso tecnológico puede hacer que ciertos oficios se queden obsoletos ¿Les sucederá lo mismo a los evaluadores?

Inteligencia artificial y evaluadores: ¿amenaza o punto de inflexión?

ChatGPT está teniendo un éxito arrollador en todo el mundo. Se trata de una tecnología revolucionaria capaz de interactuar y proporcionar respuestas de naturaleza casi humana en un diálogo a modo de conversación[1]. Pero no nos centremos en esta herramienta concreta y hablemos de la tecnología en general. Y de la inteligencia artificial en particular. Me preocupa más el crecimiento exponencial de la innovación tecnológica y su hipotético potencial para sustituir a los profesionales que nos dedicamos a la evaluación.

Imaginemos por un momento que una persona del siglo VII viaja en el tiempo hasta el siglo XII. ¿Qué habría cambiado en 500 años? A decir verdad, no demasiado ... Algunos imperios, la ropa, quizás el idioma. Pero esta persona se podría adaptar con facilidad a su nuevo entorno. Al menos en teoría. Supongamos ahora que una persona de la década de 1980 aterriza en la actualidad. ¿Sería capaz de entender todos los cambios que se han producido en ese corto espacio de tiempo? ¿Todos los avances de los últimos 30 años? Éste es el crecimiento exponencial al que me refiero.

¿Los profesionales de la evaluación desaparecerán gradualmente?

photo of aircraft listener and knocker-upper

Las imágenes anteriores demuestran que, en ocasiones, el progreso tecnológico puede hacer que ciertos oficios se queden obsoletos: quienes detectaban aviones con dispositivos de escucha o quienes se encargaban de despertar a la población para que pudiera llegar a tiempo a su trabajo fueron sustituidos hace tiempo por radares y despertadores respectivamente. ¿Les sucederá lo mismo a los evaluadores?

Nuestro trabajo depende de la tecnología. Por ejemplo, redactar un informe o recopilar y analizar datos cuantitativos son dos tareas difíciles de realizar sin la ayuda de un ordenador. Elaborar una teoría del cambio, realizar un seguimiento de indicadores clave de rendimiento, comparar estudios o analizar una cartera de proyectos son algunos ejemplos de tareas que llevamos a cabo —y a un nivel superior— gracias a las nuevas herramientas disponibles. Los seres humanos nos encargamos de orientar, reflexionar y analizar. Con la ayuda de la tecnología diseñamos, recopilamos y escribimos. Pero, ¿qué sucede si en un futuro próximo la tecnología puede realizar todas estas tareas?

Me hago esta pregunta mientras examino una base de datos en nuestro querido programa Excel. Decido qué analizo y luego selecciono, diseño, recopilo, visualizo e interpreto. Las tareas más complicadas —los cálculos y los gráficos— las realiza el programa. La idea subyacente es que, en un mundo en constante evolución, la tecnología está a la vanguardia del progreso. Proporciona soluciones en cualquier entorno —sencillo o complejo— y nos hace más dependientes de las nuevas herramientas a medida que pasa el tiempo. Los evaluadores no somos una excepción.

Otro ejemplo es el de NVivo, un programa informático para analizar datos cualitativos que puede organizar y gestionar grandes volúmenes de transcripciones de entrevistas, respuestas a encuestas y otras fuentes de información cualitativa. No es la mejor herramienta, pero es útil: ayuda a extraer información y tiene mucho margen de progresión.

Las herramientas tecnológicas ya nos ayudan mucho en nuestro trabajo diario y su importancia aumenta con el paso de los años. ¿Crecerán a la par que la inteligencia artificial hasta alcanzar un punto de no retorno, en el que nos quedemos obsoletos y se ocupen de nuestra labor? ¿Se encargarán de orientar, reflexionar, analizar, diseñar y otras tareas que realizamos habitualmente?

La tecnología y la inteligencia artificial encontrarán sus límites

El invento tecnológico más reciente —la inteligencia artificial— da respuesta a estas preguntas. Se trata de la capacidad de las máquinas para acometer tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como la percepción visual, el reconocimiento de voz y el procesamiento del lenguaje natural.

Aunque ha avanzado de forma significativa en la automatización de diversas tareas y funciones, creo que la inteligencia artificial tocará techo y no será capaz de ocuparse por completo de la labor esencial de los evaluadores humanos.

En primer lugar, la inteligencia artificial no tiene la capacidad de entender el contexto. Algo necesario en nuestro ámbito, especialmente en entornos complejos en los que comprender los desafíos únicos y específicos a los que podemos enfrentarnos resulta fundamental. Tampoco tiene criterio humano ni es subjetiva. Y quizás no pueda tener en cuenta ciertos factores relevantes, o aportar percepciones subjetivas y experiencias personales al proceso de evaluación. Esto suele ser muy importante en evaluaciones complejas o con muchos matices.

En segundo lugar, la inteligencia artificial se basa en datos y algoritmos para realizar sus tareas y tomar decisiones. Pero la información que maneja y las operaciones que lleva a cabo pueden ser incompletas o inexactas. Además, los algoritmos tienen sus limitaciones: no pueden sustituir —en modo alguno— la interacción humana, la empatía o la inteligencia emocional, necesarias en cualquier evaluación. Comprender y gestionar emociones y establecer relaciones son requisitos fundamentales de la evaluación.

En tercer lugar, las consideraciones éticas y la capacidad de adaptación suelen formar parte de nuestra labor. La inteligencia artificial no puede ocuparse plenamente de estas cuestiones. Al menos por ahora. En un mundo en constante evolución, resulta improbable que autómatas y algoritmos puedan discernir entre valores o principios éticos o emitir juicios éticos por sí mismos.

El camino a seguir

Los profesionales de la evaluación deben utilizar la tecnología y la inteligencia artificial como herramientas de apoyo para mejorar la precisión, la eficacia y la coherencia de sus evaluaciones. Por ejemplo, la inteligencia artificial puede ayudar a los evaluadores a analizar gran cantidad de datos con rapidez y a identificar patrones que quizás no sean aparentemente evidentes. Además, los evaluadores pueden usar la tecnología para automatizar determinados aspectos del proceso de evaluación, como la introducción de datos o la generación de informes. Esto puede ahorrar tiempo y reducir el número de errores. Sin embargo, es importante que los evaluadores reconozcan las limitaciones de la tecnología y la inteligencia artificial. Y sigan confiando en su propio juicio y experiencia a la hora de adoptar decisiones finales. En última instancia, la tecnología y la inteligencia artificial deben considerarse como herramientas que pueden potenciar —pero no sustituir— el papel fundamental de los evaluadores humanos en la toma de decisiones informadas. El juicio humano, la subjetividad, la interacción, las emociones y la ética trascienden la toma de decisiones automatizada.

Reflexiones

Me gustaría terminar este artículo pidiendo a mis colegas que compartan sus pensamientos y reflexiones sobre el crecimiento exponencial de la tecnología y la introducción de la inteligencia artificial en la evaluación y en nuestra labor. ¿Qué opinan al respecto? ¿Creen que algún día nos sustituirá? ¿O coinciden conmigo en que se trata de una herramienta imprescindible para acompañarnos en el ejercicio de nuestra profesión?

  • Hi Vicente,

    Thank you for your comment. Agreed! IT is a fantastic tool which we have to learn how to get the best of it.

    Indeed, AI development poses us the challenge to be technically updated to get the best of it. We must remain humble, keep on learning and embrace the change otherwise, we might be 'left behind'.

  • Hi Rami,

    I fully agree with you and with Jorge. I think that AI is a fantastic tool which we have to learn how to get the best of it in order to leave her do the "awkward work" and we concentrate on the interesting part of analysis, interpretation and development of conclusions and recomendations.

    We must always bear in mind that AI depends on the information it was feed with. So, the evaluator expert should always keep a close and critical eye on the results of AI work.

    These AI developments poses us the challenge to be technically updated to get the best of them, to understand how they work, and to really "add value" to the evaluation work. 

    Thanks for posing here such interesting topic, which most of us are thinking about!

  • Hi Jorge,

    Thank you for your comment. I do agree with your reflection and the unpredictability of the future. And yes, we are already using AI so much even without noticing while discovering new tools on a daily basis, some which are extremely beneficial to our profession.

    I also do think that sooner or later, algorithms will become more accurate, complete and able to solve more complex issues. However, they remain in a way a 'mathematical equation', thus unable to perform certain human tasks like judgement which takes me to the context point. It may be able to analyze 'basic' context in the future but some variables would also require human interaction. But as you said, no one knows what will happen and AI can always surprise us.

    Fully agree on the evaluation journey and ethical consideration. As you said 'Is this going to change in the (near) future?', only time will tell. This invention is here to stay and will definitely have an impact (or is already having) on the professional journey itself be it positive or negative.

  • Hi Rami, 

    These are interesting questions. I find it very difficult to predict and imagine how things will be in the future when the changes we see these days are so many, and coming so fast. We are already using so much AI, even without noticing, and there seem to be new tools almost every day. I am not so sure that AI will lack the ability to analyse context in the future. Why not? And I guess that the incomplete or inaccurate algorithms may be fixed. But whether we will be replaced? I guess this will depend very much on the professional journey itself. If we think of ethical values and principles, as you mention, then we'd need to consider what is it that we are evaluating, and why are we doing it. Is this going to change in the (near) future?