En primer lugar, me gustaría darte las gracias por iniciar esta reflexión y debate sobre un tema tan relevante como las evaluaciones de evaluabilidad (EA).
He tenido la oportunidad de participar en varios estudios de evaluabilidad (EA), entre ellos los realizados recientemente por el CGIAR, así como otros relativos a la labor de la FAO en materia de género y su objetivo estratégico de reducir la pobreza rural. Estas variadas experiencias me han convencido del gran valor de las EA, especialmente cuando se trata de abordar cuestiones complejas.
En estos contextos, en los que a menudo no está claro el alcance de la evaluación, el proceso de EA es esencial. Permite trazar las intervenciones clave, fomentando una reflexión evaluativa temprana en el equipo del programa. También proporciona una prueba concreta de la teoría del cambio, el marco de resultados y las herramientas de seguimiento y evaluación, y pone de manifiesto cualquier carencia en los recursos dedicados, incluido el presupuesto asignado a la propia evaluación.
La realización de EA en las fases iniciales del ciclo de intervención ha resultado especialmente acertada. Este enfoque fomenta una pausa reflexiva en las primeras fases de ejecución, lo que permite proponer ajustes y mejoras antes de que el programa haya avanzado demasiado. Esto puede generar un ahorro de recursos y aumentar las posibilidades de éxito.
Además, el proceso de EA brinda una excelente oportunidad para revisar y perfeccionar la teoría del cambio y el marco de resultados, ajustándolos a las realidades sobre el terreno y a las limitaciones presupuestarias. Así se garantiza que la evaluación siga siendo pertinente y viable a lo largo de la ejecución del programa.
Por último, la EA facilita el establecimiento de una relación temprana entre la oficina de evaluación y los responsables de la ejecución del programa, fomentando una colaboración y comunicación fluidas a lo largo de la evaluación. Las EA también ayudan a determinar el momento adecuado para la evaluación y el tipo de evaluación que mejor se adapta a la intervención.
En resumen, mi experiencia con las EA, tanto en el CGIAR como en otras organizaciones, pone de relieve su papel crucial a la hora de aclarar el alcance de la evaluación, reforzar el diseño del programa y garantizar la disponibilidad de recursos para una evaluación eficaz. Fomentan la colaboración temprana entre las partes interesadas y ayudan a definir el calendario y la naturaleza de la evaluación, garantizando su pertinencia y adecuación al contexto de la intervención.
RE: Evaluability Assessments: An invitation to reflect and discuss
[Translated from French original]
Estimada Amy
En primer lugar, me gustaría darte las gracias por iniciar esta reflexión y debate sobre un tema tan relevante como las evaluaciones de evaluabilidad (EA).
He tenido la oportunidad de participar en varios estudios de evaluabilidad (EA), entre ellos los realizados recientemente por el CGIAR, así como otros relativos a la labor de la FAO en materia de género y su objetivo estratégico de reducir la pobreza rural. Estas variadas experiencias me han convencido del gran valor de las EA, especialmente cuando se trata de abordar cuestiones complejas.
En estos contextos, en los que a menudo no está claro el alcance de la evaluación, el proceso de EA es esencial. Permite trazar las intervenciones clave, fomentando una reflexión evaluativa temprana en el equipo del programa. También proporciona una prueba concreta de la teoría del cambio, el marco de resultados y las herramientas de seguimiento y evaluación, y pone de manifiesto cualquier carencia en los recursos dedicados, incluido el presupuesto asignado a la propia evaluación.
La realización de EA en las fases iniciales del ciclo de intervención ha resultado especialmente acertada. Este enfoque fomenta una pausa reflexiva en las primeras fases de ejecución, lo que permite proponer ajustes y mejoras antes de que el programa haya avanzado demasiado. Esto puede generar un ahorro de recursos y aumentar las posibilidades de éxito.
Además, el proceso de EA brinda una excelente oportunidad para revisar y perfeccionar la teoría del cambio y el marco de resultados, ajustándolos a las realidades sobre el terreno y a las limitaciones presupuestarias. Así se garantiza que la evaluación siga siendo pertinente y viable a lo largo de la ejecución del programa.
Por último, la EA facilita el establecimiento de una relación temprana entre la oficina de evaluación y los responsables de la ejecución del programa, fomentando una colaboración y comunicación fluidas a lo largo de la evaluación. Las EA también ayudan a determinar el momento adecuado para la evaluación y el tipo de evaluación que mejor se adapta a la intervención.
En resumen, mi experiencia con las EA, tanto en el CGIAR como en otras organizaciones, pone de relieve su papel crucial a la hora de aclarar el alcance de la evaluación, reforzar el diseño del programa y garantizar la disponibilidad de recursos para una evaluación eficaz. Fomentan la colaboración temprana entre las partes interesadas y ayudan a definir el calendario y la naturaleza de la evaluación, garantizando su pertinencia y adecuación al contexto de la intervención.