El camino a seguir: los evaluadores deben promover el aprendizaje para los procesos adaptativos de desarrollo

©FAO/K. Pratt

El camino a seguir: los evaluadores deben promover el aprendizaje para los procesos adaptativos de desarrollo

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Como evaluadores, nos enfrentamos a la creciente complejidad de los tiempos en que vivimos y al desafío de dejar nuestra huella en los esfuerzos de desarrollo para crear un mundo mejor. La experiencia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) nos ha mostrado el camino a seguir.

Echar la vista atrás

Si nos remontamos al cambio de siglo, podemos comprobar cuánto ha cambiado el paradigma de la ayuda al desarrollo entre las décadas de 1990 y 2000. En lugar de considerar el desarrollo como una dimensión que se debe enseñar y favorecer, se reformuló como un proceso de origen nacional —en su mayor parte— que puede ser apoyado y facilitado por asociados externos. A medida que aumentó el reconocimiento generalizado del control nacional de este proceso, las condiciones de la ayuda al desarrollo cambiaron para dar prioridad al compromiso de Gobiernos nacionales y asociados con los objetivos de desarrollo acordados. Así, numerosos países empezaron a elaborar estrategias de desarrollo destinadas a alcanzar objetivos estratégicos de alto nivel. A nivel mundial, los Gobiernos suscribieron los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

De manera similar, las evaluaciones necesitaban un cambio de enfoque. Con la llegada del nuevo milenio, los evaluadores no sólo debían examinar la eficacia operativa de intervenciones y políticas, sino también sus vínculos con objetivos de más alto nivel en materia de desarrollo y políticas, y sus contribuciones a éstos. Esto dio lugar a un nuevo desafío: analizar cuestiones complejas de naturaleza multisectorial. Una labor que hoy en día resulta aún dificultosa.

Cómo abordar la complejidad

Una forma de enfocar los aspectos complejos y analizar el panorama general de una intervención o programa es elaborar un mapa de sistemas. A modo de ejemplo, debajo se incluye el que generamos al examinar la estrategia de nutrición de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como parte de nuestra evaluación de la contribución de la Organización al Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 (ODS 2).

map SDG2

El mapa muestra sinergias intersectoriales y compensaciones integradas en el sistema que generan procesos dinámicos con cierto grado de imprevisibilidad. Por supuesto, es demasiado complejo para analizarlo en su totalidad y no se puede utilizar para medir los efectos de las intervenciones. No se espera que nadie entienda el sistema en su totalidad.

Entonces, ¿cómo abordamos esta complejidad e imprevisibilidad en la programación, el seguimiento y la evaluación? La respuesta reside en adoptar un enfoque adaptativo, que se centre en obtener los efectos deseados mientras se ajustan las acciones necesarias para lograrlos. Fijar los resultados que se buscan es fundamental, así como analizar la forma de lograrlos y realizar un seguimiento. Más importante aún, debemos adoptar un enfoque de aprendizaje, de forma que cuando las cosas vayan mal o no salgan como esperábamos, examinemos las razones e implementemos medidas correctivas. También es importante hacer esto de manera transparente, dado que el proyecto se ha desviado de su propósito inicial.

¿Qué podemos aprender de la respuesta a la COVID-19?

La reacción mundial frente a la COVID-19 es un buen ejemplo de cómo abordar las cuestiones complejas de naturaleza multisectorial. La situación ha planteado una disyuntiva clara entre contener el virus y sostener la economía mundial. Tanto la pandemia como las medidas para contrarrestarla afectan a la población de maneras diferentes y en niveles distintos, creando procesos dinámicos imprevisibles.

Nadie puede analizar todos los efectos de una política en una situación como ésta, ya se trate de un confinamiento o una flexibilización de las restricciones. Los expertos en enfermedades infecciosas tienen sus puntos de vista. Los economistas y sociólogos los suyos. Y al final, los políticos toman su decisión, basándose en los consejos de diversos expertos sectoriales.

Al hacerlo, deberían poder recurrir también a datos de seguimiento basados en resultados: tasas de infección, mortalidad y capacidad hospitalaria —por ejemplo— y un compendio de indicadores socioeconómicos. Asimismo, es importante que los responsables de las decisiones dispongan de un análisis de las razones por las que ciertos datos han fluctuado, a fin de decidir de manera fundamentada. Este enfoque adaptativo ha sido una respuesta natural durante la pandemia de COVID-19, ante la enorme complejidad multisectorial e imprevisibilidad. Por lo tanto, frente a una crisis como ésta, es posible adoptar un enfoque de esta naturaleza, centrado además en obtener resultados.

En realidad, esto es lo que se supone que hacen las evaluaciones: examinar los datos y evidencias, centrarse en los indicadores de resultados, analizar sus relaciones causales, y proporcionar asesoramiento en materia de políticas basado en evidencias.

Las evaluaciones en tiempo real son un enfoque adecuado

El responsable de nuestra organización pidió a la Oficina de Evaluación realizar una evaluación en tiempo real de nuestro programa para luchar contra la plaga de langostas del desierto, en medio de una crisis emergente en África oriental y Asia occidental. Se preveía que los enjambres de langostas del desierto tendrían un efecto devastador en la agricultura en ambas regiones. El Director General quiso que nuestros evaluadores utilizaran sus conocimientos especializados para realizar análisis y proporcionar asesoramiento en materia de políticas —basados ambos en datos y evidencias de resultados— durante la ejecución del programa.

Estamos actuando de manera similar en el programa de respuesta a la COVID-19: facilitamos asesoramiento basado en evidencias mientras el programa sigue su curso.

Este enfoque es más frecuente en las intervenciones humanitarias debido a la imprevisibilidad de muchas de estas crisis, así como a sus efectos generalmente multisectoriales. Pero, ¿por qué no hacemos lo mismo con las iniciativas en materia de desarrollo?

Cuando nos proponemos objetivos de mayor nivel en materia de desarrollo y políticas, suele ser necesario un cierto tiempo para que las actuaciones surtan efecto. Nadie sabe realmente cómo van a evolucionar las cosas. Existe también una dimensión multisectorial en el cumplimiento de la agenda de desarrollo.

Los evaluadores deben fomentar una cultura de aprendizaje organizativo

Aun así, parece que nos aferramos a antiguas premisas, implementando políticas y programas como si debieran funcionar tal y como fueron diseñados. Evaluamos sus efectos cinco años después. ¿Por qué? Quizás haya cuestiones institucionales en juego, o una inercia subyacente, o tal vez resulte más sencillo proceder de la manera habitual. Por lo tanto, debemos fomentar —ante todo— una cultura de aprendizaje organizativo.

Necesitamos esta nueva actitud: no tener miedo a reconocer que las cosas no están funcionando como esperamos y estar preparados para tomar medidas flexibles. Tenemos que implantar un sistema para realizar un seguimiento de los resultados con mayor regularidad. No sólo datos cuantitativos para mostrar cómo van las cosas, sino también información cualitativa para conocer las causas subyacentes.

Para que este nuevo enfoque —centrado en los resultados, el seguimiento y análisis periódicos, el aprendizaje y la adaptación— funcione, es necesario que lo adopten los responsables a todos los niveles. No puede ser responsabilidad exclusiva de los evaluadores, sino que debe implicar a toda la organización. Sin embargo, se trata de un desafío que las entidades pueden afrontar con la ayuda de los evaluadores. Una nueva tarea en nuestro horizonte futuro.