Examinar una teoría del cambio: comprender sistemas complejos de forma sencilla

©FAO/Luis Tato

Examinar una teoría del cambio: comprender sistemas complejos de forma sencilla

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La teoría del cambio se ha convertido en un instrumento importante en numerosas evaluaciones de proyectos e intervenciones programáticas.

Por lo general, una teoría del cambio identifica los vínculos causales entre una cadena de actividades, resultados, logros y efectos, basados en sus hipótesis subyacentes. Este tipo de marco se suele elaborar en la fase de diseño de una intervención y se sigue durante su implementación.

A medida que los proyectos y los programas se ejecutan con toda su complejidad, las teorías del cambio se deben examinar de forma periódica. Esto puede ser especialmente importante cuando las intervenciones se enfrentan a desafíos inesperados, como el estallido de la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19), los conflictos civiles, las fluctuaciones de los precios o los desastres naturales. Los evaluadores pueden incorporar estos factores al proceso de examen de una teoría del cambio y aportar una perspectiva externa. De esta manera, suelen ayudar a los equipos de los proyectos a identificar formas y medios para reorientar la ejecución de éstos. Por tanto, examinar una teoría del cambio suele servir para “comprobar la realidad”.

Las ventajas de examinar una teoría del cambio

Aunque en el ámbito de la evaluación existen algunas guías con directrices para examinar una teoría del cambio, a día de hoy se han realizado pocos análisis formales sobre esta práctica. Existe un consenso general sobre los beneficios de estos exámenes, pero las agendas oficiales suelen pasar por alto su importancia para la ejecución de los proyectos. Una teoría del cambio se puede examinar en diferentes etapas de la ejecución de un proyecto. Los exámenes a mitad de período son los más habituales. Si un proyecto no tiene una teoría del cambio, puede ser útil elaborar una para comprender los productos y resultados esperados.

Examinar una teoría del cambio ayuda a entender mejor las hipótesis subyacentes de un proyecto e identificar los motivos que explican el éxito o el fracaso de determinadas intervenciones. Las organizaciones pueden utilizar estos exámenes con fines didácticos, así como para mejorar el intercambio de información entre el personal de los proyectos. Asimismo, pueden contribuir a reorientar los proyectos para mejorar su ejecución o fundamentar el diseño de las intervenciones de seguimiento. Sin embargo, las evidencias de estos beneficios no son suficientemente sistemáticas y es necesario documentar mejor las prácticas sobre el terreno.

Cómo examinar una teoría del cambio

Uno de los principales desafíos es la complejidad de los sistemas en los que operan los proyectos y programas. Por lo general, trascienden el ámbito de estas intervenciones y pueden verse afectados por políticas y normas más generales. Al mismo tiempo, los proyectos y programas y las teorías del cambio se sueñen diseñar de forma lineal y simplista. En estos casos, el examen intenta eludir el enfoque lineal y procura medir el avance de la intervención con un planteamiento sistémico que comprenda mejor su complejidad.

Por su parte, los donantes suelen preferir evaluaciones que proporcionen una perspectiva más definida y fragmentada de la ejecución del proyecto, sobre todo cuando se utiliza un enfoque basado en el marco lógico. En muchos proyectos, los limitados recursos dedicados a la evaluación no permiten realizar un examen más minucioso o exhaustivo de la teoría del cambio. En consecuencia, los evaluadores se centran en una visión específica de la realidad del proyecto e informan sobre ésta. Por lo tanto, para examinar una teoría del cambio, es fundamental que un evaluador tenga la capacidad de formular las recomendaciones más importantes y prácticas a fin de mejorar el desarrollo del proyecto. En otras palabras, los evaluadores deben ser capaces de comprender un sistema complejo de forma sencilla.

Examinar una teoría del cambio debe fomentar también un intercambio entre las personas y entidades que participan en un proyecto. Si el examen se realiza de forma abierta, puede revelar la verdadera naturaleza de los desafíos de la ejecución del proyecto. Con un conjunto adecuado de preguntas y procesos de facilitación participativos e inclusivos, también puede ser útil para abordar posibles conflictos o identificar necesidades que no se habrían manifestado de otro modo. En la medida de lo posible, un examen de una teoría del cambio debe reunir a los principales integrantes del equipo del proyecto, a las partes interesadas y a los beneficiarios, en un proceso de reflexión facilitado.

¿Qué sucede después de realizar el examen?

Lo ideal es que el proceso de examen de una teoría del cambio se recoja en los documentos oficiales de la evaluación, incluidas las recomendaciones de mejora del proyecto. En la práctica, aplicar los cambios deseados no siempre resulta fácil. Por ejemplo, las mejoras recomendadas en el examen pueden cuestionar las hipótesis subyacentes o los indicadores del marco lógico. En estos casos, los donantes de los proyectos suelen ser reacios a introducir cambios importantes, especialmente si están integrados en un programa a mayor escala con su propio marco de evaluación.

Por lo tanto, cambiar el marco lógico y los sistemas de indicadores —fijados al inicio del proyecto— puede ser complicado, ya que la duración del proyecto es limitada y, con ello, los informes sobre su progreso. Sin embargo, con independencia de que el examen de una teoría del cambio modifique o no el marco lógico y sus indicadores, puede seguir siendo beneficioso a efectos didácticos e integrarse como un elemento crucial en el sistema de seguimiento, evaluación y aprendizaje.

El camino a seguir

Tal y como ha puesto de manifiesto una discusión reciente de EvalForward, resulta necesario ampliar el debate y el intercambio de información sobre los exámenes de las teorías del cambio y la manera de llevarlos a cabo. La comunidad de evaluación debe intensificar sus esfuerzos para documentar las prácticas actuales y la forma en que las intervenciones han aplicado las enseñanzas correspondientes. Unas directrices ilustrativas —que incluyan conjuntos de preguntas para apoyar el proceso— podrían ser útiles. Además, es necesario obtener más información sobre buenas prácticas e incluir a las partes interesadas en el proceso de examen para determinar cómo afecta esta práctica a los resultados de los proyectos y programas.