RE: Monitoring and evaluation: is this the perfect combination to meet the needs of decision-makers? | Eval Forward

Estimado Elias, Estimados colegas.

Las preguntas formuladas son pertinentes, pero las respuestas varían según el contexto de las experiencias. Por mi parte, llevo unos 20 años trabajando en el campo del seguimiento y la evaluación, con una parte importante (60-65%) en el seguimiento y el resto en la evaluación.

En relación con la primera pregunta, sí, el primer recurso de los responsables de la toma de decisiones son los datos de seguimiento. En este sentido, varios servicios estatales (centrales y desconcentrados, incluidos los proyectos) participan en la elaboración de estas estadísticas o en la realización de estimaciones, a veces con muchos problemas y errores en algunos países. Pero las estadísticas producidas deben ser analizadas e interpretadas adecuadamente para sacar conclusiones útiles para la toma de decisiones. Aquí es precisamente donde hay problemas, porque muchos directivos piensan que las estadísticas y los datos son ya un fin en sí mismos. En absoluto, por lo que las estadísticas y los datos de seguimiento sólo son relevantes y útiles cuando: son de buena calidad, se recogen y analizan en el momento adecuado, se utilizan para sacar conclusiones y lecciones en relación con el contexto y el rendimiento. Esto es importante y necesario para la función de evaluación que tiene que seguir esto.

Así pues, en relación con la segunda y tercera preguntas, a la vista de lo anterior, una evaluación sólida debe partir de la información de seguimiento existente (estadísticas, interpretaciones y conclusiones). Uno de los retos a los que siempre se enfrenta la evaluación (especialmente la externa o independiente) es la disponibilidad de un tiempo limitado para generar conclusiones y lecciones, a diferencia del seguimiento, que está permanentemente sobre el terreno. Por eso, en esta situación, la disponibilidad de datos de seguimiento es de suma importancia. Y es precisamente en relación con este último aspecto que las evaluaciones tienen dificultades para encontrar pruebas que permitan hacer inferencias relevantes sobre diferentes aspectos del objeto evaluado. No se debe culpar a la evaluación si los datos e información de seguimiento son inexistentes o de mala calidad. Por otro lado, hay que reprochar a una evaluación que saque conclusiones sobre aspectos que adolecen de falta de pruebas, incluidos los datos de seguimiento y la información. Por lo tanto, la evolución de la evaluación debe ser concomitante con la evolución del seguimiento.

Dicho esto, mi experiencia es que cuando la evaluación se basa en pruebas y se triangula, sus conclusiones y lecciones son muy bien asumidas por los responsables políticos, cuando están debidamente informados, porque lo ven como un enfoque más completo.

Esta es mi contribución