Para saber si algo es beneficioso es necesario probarlo:  cinco lecciones sobre el desarrollo de la capacidad nacional de evaluación

image
©EvalForward

Para saber si algo es beneficioso es necesario probarlo:  cinco lecciones sobre el desarrollo de la capacidad nacional de evaluación

8 min.

La capacidad de los países para evaluar los programas de desarrollo es fundamental para contribuir a su identificación real con los resultados y reforzar el papel de las evidencias en la toma de decisiones.

Aunque este principio —en el que se basa el desarrollo de la capacidad nacional de evaluación— se formula con claridad en numerosos documentos que se remontan a la Declaración de París de 2005 y, más recientemente, a la Agenda 2030, en la mayoría de los países los sistemas nacionales de evaluación se encuentran aún en una fase inicial.

En 2014, la Asamblea General de las Naciones Unidas —a través de la resolución A/RES/69/23— pidió a sus organismos que apoyaran los esfuerzos para fortalecer a capacidad de evaluación de los países. Para tener una visión general de lo que ha sucedido desde entonces, el Grupo de Evaluación de las Naciones Unidas (UNEG) ha realizado un estudio sobre la contribución de las Naciones Unidas al desarrollo de la capacidad nacional de evaluación y la evolución de los sistemas nacionales de evaluación (“United Nations contributions to national evaluation capacity development and evolution in national evaluation systems”), que se publicará a finales de este año.

Hemos colaborado en tres de los seis estudios de casos de países que forman parte de este trabajo, analizando de forma específica el desarrollo de los sistemas nacionales de evaluación en Benin, Marruecos y Costa Rica. Hemos compartido algunas de nuestras conclusiones en el Foro Internacional Francófono de Evaluación (FIFE, por sus siglas en francés) celebrado en diciembre de 2021. En la mesa redonda participaron nuestros homólogos de Marruecos y Benin.

En este artículo describimos cinco lecciones que hemos aprendido sobre el desarrollo de los sistemas nacionales de evaluación, y que analizamos en el FIFE. Éstas y otras enseñanzas se examinarán con mayor detalle en el próximo informe del UNEG[1].

1. La voluntad política es el elemento fundamental en el que se basa la evaluación nacional.

El caso de Benin es un ejemplo excelente. Su sistema nacional de evaluación fue uno de los primeros que se establecieron en África. Benin inició su andadura en este ámbito en 2006, cuando un nuevo jefe de Estado llegó al poder e incluyó la evaluación en su mandato político. Creó un ministerio para supervisar esta práctica y promovió un marco normativo. En Benin, la voluntad política y el impulso para sentar las bases adecuadas fueron elementos fundamentales del sistema nacional de evaluación, a pesar de los recursos limitados del país. Evidentemente, los donantes y la cooperación técnica desempeñaron un papel fundamental a la hora de apoyar y mantener el interés en el sistema y su mejora. Sin embargo, cabe señalar que, si bien la mayoría de actividades de evaluación de Benin se iniciaron con un 100% de financiación externa, la mayor parte del presupuesto (60%) de las evaluaciones del sistema se cubre ahora con recursos nacionales.

2. La evaluación debe demostrar su utilidad: es importante empezar a realizar evaluaciones —y utilizar sus resultados— lo antes posible, a fin de obtener apoyo.

Los tres estudios de casos de países en los que hemos colaborado evidenciaron que llevar a cabo una evaluación no requiere haber implantado un sistema. De hecho, se deben realizar evaluaciones —dirigidas por los propios países— y probar su utilidad, a fin de demostrar sus beneficios y despertar y avivar el interés por esta práctica. Utilizando un símil gastronómico: para saber si algo está bueno, hay que probarlo. Algunos países han dado pasos para desarrollar sus sistemas y establecer políticas y directrices, pero no han realizado ninguna evaluación concreta. Sus sistemas de evaluación corren el riesgo de seguir siendo una mera aspiración.

Benin es un ejemplo de la importancia de realizar evaluaciones lo antes posible. En 2009, en los inicios de su sistema nacional, el país llevó a cabo una evaluación de su política agrícola. Fue una decisión que al principio se enfrentó a una cierta oposición del Ministerio de Agricultura. Sin embargo, se consultó a una amplia variedad de partes interesadas, incluidas varias organizaciones clave del sector agrícola. Tras diferentes consultas y debates, las recomendaciones de la evaluación se aceptaron y fundamentaron de manera firme la nueva política agrícola de Benin. Contribuyeron a reforzar algunas de las principales cadenas de valor de productos básicos y a mejorar el desarrollo económico del sector agrícola. En última instancia, el éxito de la evaluación fortaleció el sistema nacional y amplió el apoyo a esta práctica.

3. La evaluación debe atraer a un conjunto más amplio de partes interesadas para arraigarse en un país.

Crear una cultura de evaluación es fundamental para desarrollar un entorno institucional eficaz y evitar una serie de estructuras formales poco eficientes sin incidencia en la práctica.

La avanzada política de regionalización de Marruecos (2015) supuso una oportunidad para impulsar el desarrollo económico, social y cultural del país, afectando a la gobernanza de regiones, provincias, prefecturas y municipios. La política establece que los Consejos Regionales deben rendir cuentas al Tribunal de Cuentas Regional e informarle de los resultados y la repercusión de los diferentes planes, programas y proyectos. Esta estructura es una oportunidad para pedir a escuelas y universidades que capaciten y preparen a los nuevos líderes con conocimientos sólidos de la gobernanza regional y local, e incluyan la evaluación en sus planes de estudio y en sus esfuerzos para fomentar la transparencia y la rendición de cuentas en el Gobierno.

En Costa Rica, la Plataforma Nacional de Evaluación permite a todas las partes interesadas debatir y difundir actividades de evaluación, contribuyendo así a ampliar los conocimientos y desarrollar la capacidad de la sociedad civil para participar en el proceso. También integra la evaluación en las prácticas habituales de gestión y vela por que no sea una mera respuesta a las peticiones de los donantes.

4. Es importante que un firme defensor de la evaluación asuma el liderazgo.

El caso de Costa Rica es un buen ejemplo. El Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (Mideplan) es el valedor institucional de la evaluación en el país. Reúne a diferentes donantes y metodologías modernas y ha afianzado su legitimidad con la Política Nacional de Evaluación y la Plataforma Nacional de Evaluación del país. Se trató de una decisión inteligente que ha consolidado el sistema nacional de evaluación. De lo contrario, podría haberse convertido en una red fragmentada de instituciones con una capacidad sobredimensionada. De hecho, hoy en día se puede comprobar cómo la consolidación de la labor del Mideplan ha ampliado la participación de Costa Rica en redes globales (como la Iniciativa Mundial de Evaluación). El país ha establecido vínculos a nivel regional —participando en redes como la Red Latinoamericana de Sistematización, Seguimiento y Evaluación (ReLAC)— y ha promovido la cooperación entre universidades en la región. En lo que respecta a metodologías e innovación, el Gobierno ha puesto en marcha recientemente una evaluación participativa en Limón (en el Caribe), realizada exclusivamente por organizaciones locales. Representantes de Costa Rica han participado en diferentes mesas redondas de la última Semana de Evaluación gLOCAL, celebrada en mayo-junio de 2021 y organizada por el Centro para el Aprendizaje en Evaluación y Resultados para América Latina y el Caribe (CLEAR-LAC). Esta entidad considera que Costa Rica tiene uno de los cinco mejores sistemas de evaluación de la región.

5. A nivel de país, es fundamental promover una cultura de evaluación y enfoques participativos.

El caso de Marruecos es un buen ejemplo. Si queremos atraer y mantener el interés en la evaluación de un número mayor de partes interesadas, debemos fomentar esta práctica con procesos participativos abiertos y actividades frecuentes, incluidas autoevaluaciones y evaluaciones internas. Esto contribuirá a ampliar los conocimientos en este ámbito y promover el uso de las evidencias de las evaluaciones. Velar por una metodología rigurosa no es incompatible con realizar evaluaciones externas independientes. Ambos enfoques se pueden conjugar para promover la práctica de la evaluación en un país.