RE: Disability inclusion in evaluation | Eval Forward

Aunque no soy una experta en este tema, siempre me ha resultado complejo. Aquí lo analizo desde mi experiencia en la ejecución y evaluación (externa) de proyectos. Dos ámbitos en los que se abordan numerosas cuestiones. Y en los que la inclusión de las personas con discapacidad es un asunto más, entre otros muchos. De ahí la complejidad a la que aludía al principio. En las Naciones Unidas se está empezando a hablar de discapacidad. Sin embargo, más allá de apoyos puntuales para generar ingresos, tengo la sensación de que aún queda mucho camino por recorrer en la práctica. ¡Aunque hay interés en evaluar este tema, la inclusión de las personas con discapacidad es aún limitada! Todavía se están dando los primeros pasos. Y es que, además de la propia temática de los proyectos (p. ej. Agricultura, suministro de agua, etc.) los equipos deben analizar otras muchas cuestiones adicionales: casta, etnia, género/sexo, juventud/edad, pobreza y lejanía de los beneficiarios, entre otros.

En nuestros proyectos en Nepal —financiados por Finlandia y la Unión Europea— contábamos con un equipo experimentado a nivel local que nos permitió capacitar al personal y adoptar alguna medida práctica. Pero aún me pregunto si era posible contribuir de forma significativa a la inclusión de las personas con discapacidad. Creo que suele ser más fácil desde una organización no gubernamental (ONG) que desde un proyecto a gran escala, ya que la atención puede ser más individualizada.

En mi opinión, la mayor dificultad a la hora de abordar la discapacidad radica precisamente en su naturaleza. Adopta formas muy diversas y requiere enfoques diferentes. También en el ámbito de la evaluación. En términos generales, podemos reunir a un grupo de personas del mismo sexo, o de la misma casta o etnia. Y establecer cuotas, organizar actividades específicas, crear grupos de discusión concretos, etc. Obvia decir que las personas que conforman uno de estos grupos no tienen —necesariamente— los mismos intereses. Pero sí tienen la oportunidad de participar. Ahora bien, una actividad apta para una persona con discapacidad visual puede no ser adecuada para una persona con discapacidad mental. A menudo he constatado que las personas con alguna discapacidad física —especialmente a raíz de una lesión— no se consideran personas con discapacidad. También he oído que, en ocasiones, hay conflictos entre diferentes grupos. Por ejemplo, a los brahmanes con discapacidad les molesta que se les incluya en un grupo con dalits con discapacidad. Hace poco participé en un proceso de capacitación del Sistema de Aprendizaje Activo de Género (GALS, por sus siglas en inglés) en la República Unida de Tanzanía. Estaba dirigido a personas con discapacidad, así como a líderes religiosos, grupos de jóvenes, empresarios, etc. Pero, mientras que las personas con alguna discapacidad física pudieron participar sin problemas, aquéllas con alguna discapacidad mental tuvieron muchas dificultades.

También existen barreras prácticas que dificultan que las evaluaciones sean inclusivas. Por lo general, el presupuesto de una evaluación no es elevado y no creo que muchos asociados en el desarrollo estén dispuestos a invertir más dinero en proyectos que no se centren específicamente en la discapacidad. Aunque estoy de acuerdo en que se pueden tomar medidas para promover la inclusión, probablemente requieran mucho más tiempo y sean bastante más costosas. Además, los evaluadores solemos realizar visitas relámpago. Llegar a zonas remotas y acceder a una muestra representativa de la comunidad beneficiaria puede resultar complicado. Visitar los hogares de las personas con discapacidad en el plazo disponible o que éstas puedan llegar al lugar donde tenemos previsto mantener una reunión no siempre es posible. En zonas rurales, el acceso de los evaluadores o del personal con discapacidad también es problemático. He vivido alguna experiencia que ilustra estas dificultades. Por ejemplo, en Nepal tuvimos muchas dificultades para transportar a una intérprete con discapacidad visual. La joven se mareaba mucho en las carreteras sinuosas y, al no poder mirar al frente durante el trayecto, su malestar era aún mayor. También necesitó mucha ayuda para caminar cuesta arriba. Se trata de un buen ejemplo para nosotros y la comunidad, más que una experiencia que podríamos replicar con facilidad. En otra ocasión no pudimos contar con la ayuda de un evaluador en silla de ruedas. Vivía en las montañas y desplazarnos en coche por terreno muy irregular era simplemente inviable. Formar un equipo de evaluación en el que estén representados todos los sectores constituye un verdadero desafío. Reunir a mujeres y hombres de diferentes castas y etnias, con los conocimientos temáticos y lingüísticos necesarios y con alguna discapacidad es prácticamente imposible. Tampoco podemos presuponer que un evaluador de un grupo específico será necesariamente más sensible a los problemas de ese grupo. Sin embargo, es obvio que debemos asegurarnos de que los evaluadores de un equipo tengan una actitud abierta y consideren cualquier cuestión relacionada con la discapacidad.

Suena un poco derrotista, lo reconozco. Podemos hacer algunas cosas para fomentar la inclusión en la evaluación. Utilizar métodos en línea puede ayudarnos a llegar a personas que viven en zonas remotas. Sin embargo, deben tener acceso a un teléfono inteligente/ordenador portátil y conocimientos informáticos/ayuda. Aunque este enfoque es útil para reuniones individuales o con varias personas conectadas a un mismo dispositivo, no es adecuado para grupos de discusión en un entorno comunitario. Debemos invitar a todo el mundo a participar en las reuniones, averiguar quién(es) no participa(n) y quién(es) puede(n) tener alguna discapacidad. Si disponemos de datos desglosados sobre las personas con discapacidad, debemos asegurarnos de incluirlos en nuestros informes. En caso contrario, es recomendable desglosar la información. Asimismo, podemos sensibilizar/capacitar al personal de los proyectos sobre cuestiones relacionadas con la discapacidad. Algunos ejercicios sencillos —como usar muletas o una silla de ruedas— son una forma estupenda de ponerse en la piel de las personas con discapacidad.

Me gustaría que otros miembros de EvalForward compartieran más ideas —más allá de la sugerencia obvia de “asegurarse de que hay suficiente presupuesto”— sobre cómo hacer que las evaluaciones sean más inclusivas.

¡Buena suerte a todos con esta difícil cuestión!